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Boldini, del retrato genérico a las estrellas de la Belle Époque

La exposición recoge tanto la evolución del retratista italiano como su interacción con diversos pintores españoles en el París de finales del siglo XIX.

La sala de exposiciones Recoletos de la Fundación Mapfre acoge desde el 19 de septiembre hasta el 20 de enero la exposición Boldini y la pintura española de finales del siglo XIX. Comisada por Leyre Bozal Chamorro y Francesca Dini, la selección muestra obras del retratista Giovanni Boldini (Ferrara, 1842 – París, 1931), así como la de diversos pintores españoles como Mariano Fortuny, Raimundo de Madrazo y Joaquín Sorolla. La obra del pintor italiano es la principal de la exposición, pues se muestra su progresión artística a través de varios estilos, mientras que de los artistas españoles solo se nos muestran pequeñas partes de su obra.

Todas las pinturas expuestas fueron elaboradas entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, período en el que Roma es sustituida por París como capital del arte europeo. Mientras la capital italiana queda estancada en un arte más estricto y tradicional, la capital francesa se convierte en un caldo de cultivo en el que los artistas dan pie a la innovación y la experimentación. El fin de la guerra Franco – Prusiana marcó el comienzo de la Belle Époque parisina, en la que se fraguaron movimientos artísticos como el impresionismo y el art nouveau.

La exposición comienza con obras de Boldini previas a su traslado a París. Su etapa toscana, que se prolonga desde 1864 hasta 1867, se caracteriza por compartir grandes rasgos con la obra de los maccihiaioli florentinos de la época.

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Paje jugando con lebrel, Giovanni Boldini (1869)

Paje jugando con un lebrel es una de las obras que comparten características con los macchiaioli (del italiano macchia, que significa mancha). Esta obra es considerada como un eslabón entre la etapa florentina y la parisina de Boldini, pues destacan los detallados espacios inspirados por pintores que ya se encuentran en París como Ernest Meissonier y Mariano Fortuny. Considerada como una ¨pintura de casacón¨, la tablilla muestra a un joven vestido con ropas de los siglos XVII o XVIII en un estilo idealizado. Se cree que Boldini dibujó este óleo en la casa de Cristiano Bonti, uno de los macchiaioli más conocidos que además era coleccionista de antigüedades. Es por esto por lo que se dice que tanto el tapiz que se observa al fondo como el escaño neorrenacentista donde yace el joven sean de su propiedad.

La siguiente sección de la exposición trata la etapa Parisina de Boldini, que comienza en 1871. Tras su llegada a la capital francesa el pintor abandona el retrato durante casi una década para dedicarse a la ¨pintura a la moda¨ con bastante reconocimiento. Muchas de las obras de esta etapa son protagonizadas por su amante Berthe y otras mujeres francesas, que a menudo aparecen en espléndidos jardines o pomposas estancias.

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Pareja en traje español con papagayos, Giovanni Boldini (1873)

Pero durante su primera década en París no solo se dedicó a la pintura a la moda, sino que también elaboró pinturas de carácter exótico. Uno de los mejores ejemplos expuestos es Pareja en traje español con papagayos. Este cuadro muestra a un torero y una mujer cubierta por mantón de manila, elemento que inmortalizaron otros pintores como Joaquín Sorolla o Ramón casas. El óleo destaca en la colección por su pequeño tamaño, así como por el detalle con el que está elaborado. Tanto los ropajes del torero como los dibujos del mantón están hechos con pinceladas tan punzantes que con un poco de atención se puede apreciar su relieve sobre la obra.

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Playa de Portici, Mariano Fortuny (1874)

A continuación, la exposición muestra obras de pintores españoles que se encontraban en París en los mismos años que Boldini, así como algunas de él mismo. Uno de los cuadros que más atención llama durante la visita es La playa de Portici de Mariano Fortuny. La pintura muestra un paisaje de costa en el que se observan tanto a pescadores como a sus familias. Cabe destacar la intención de Fortuny de elaborar una representación realista de lo que pinta, pues no solo los objetos como la barca están elaborados con sumo detalle, sino que la obra logra transmitir la sensación de instantaneidad mediante el movimiento de las nubes y el mar.

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Regreso del mercado, Giovanni Boldini (1886)

Una de las primeras obras expuestas que muestran la evolución estilística de Boldini es Retorno dal mercato. En ella se nos muestra a un comerciante tras un carro tirado por dos caballos, pero, mientras estos personajes están pintados de forma similar a los cuadros de su primera etapa parisina, el paisaje está elaborado con pinceladas rápidas y libres que libran de realismo a la pintura

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Bacante en reposo, Joaquín Sorolla (1885)

La parte final de la exposición se centra en retratos tanto de Sorolla como de Boldini, que retrata principalmente a mujeres. Uno de los primeros retratos del valenciano que aparece en la galería es el de Bacante en reposo, elaborado durante su estancia en Roma. El cuadro muestra a una mujer desnuda pero que no transmite una sexualidad totalmente explícita.

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Rubios Cabellos (1916) y Desnudo femenino de pie con sombrero azul (1900) , Giovanni Boldini

Pero las obras que más destacan de esta última parte son los retratos de Boldini a diversas mujeres, como Rubios cabellos o Desnudo femenino de pie con sombrero azul. Aunque el primero muestra solo un busto y el segundo un desnudo íntegro, ambos comparten elementos destacables, pues en ellos se aprecia la gran evolución del retratista italiano. Mientras las mujeres son dibujadas con gran delicadeza, los fondos son prácticamente inexistentes, limitándose a unas pocas pinceladas rápidas de acuarela sobre el papel. 

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Cléo de Mérode, Giovanni Boldini (1901)

Como cierre de la exposición encontramos el retrato de Cléo de Mérode, conocida bailarina de la Ópera de París durante el cambio de siglo. Esta obra prueba el estatus alcanzado por Boldini, que a principios del siglo XX ya retrataba a destacadas personalidades de la Belle Époque parisina. El retrato logra transmitir la gracia y sensualidad de Cléo mediante pinceladas suaves que describen un gesto seductor de su mano hacia su mejilla. Como es característico de los retratos de su última etapa, Boldini reduce el entorno de la bailarina a elementos mínimos.

En conclusión, esta exposición sobre Boldini es una visita obligatoria tanto para los amantes del arte como para cualquier curioso, pues no solo se nos muestra la evolución de un artista de forma simple y didáctica, sino que también se nos presenta la retroalimentación que existió entre el retratista italiano y pintores españoles como Sorolla o Fortuny.

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